Había una pequeña chica la cual medía menos de cuatro pies de altura. Ella había estado pensando: Mi nombre fue dado por mi madre, el nombre de mi madre fue dado por mi abuela. Entonces, ¿Quién dio nombre a los animales? ¿Cómo supimos que el nombre de un venado es venado y que un conejo se llama conejo? Si los nombres de los animales también fueron dados por una persona, esta persona debe ser rica en conocimiento e inusualmente brillante. Si no, ¿cómo podría esta persona haber dado nombres a tantos animales? ¿Quién fue? La pequeña chica no podía descifrarlo.
En realidad, yo soy la pequeña chica mencionada arriba. Cuando crecí, mire que en la Biblia estaba escrito: “Formó, pues, Jehová Dios de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y trájolas á Adam, para que viese cómo les había de llamar; y todo lo que Adam llamó á los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adam nombres á toda bestia y ave de los cielos y á todo animal del campo” (Génesis 2:19-20). Sólo entonces supe que la persona, que les dio nombre a los animales, no era extremadamente experto o un gran hombre, sino la primera persona viviente que Dios creó – Adán. Ya que Adán no se gastó un día estudiando, ¿cómo pudo hacerlo? Me he estado preguntando sobre esto. Hasta que un día, vi un libro que decía: “‘y el nombre que Adán le dio a cada criatura viviente es el nombre que llevan ahora’. ¿Quién dio entonces sus nombres a todas las criaturas vivientes? Fue Adán, no Dios. Esta frase le comunica una realidad a la humanidad: Dios le proporcionó inteligencia al hombre cuando lo creó. Es decir, la inteligencia del hombre vino de Dios. Esto es una certeza. ¿Pero por qué? Después de que Dios crease a Adán, ¿fue este a la escuela? ¿Sabía leer? Tras la creación de diversas criaturas vivientes, ¿reconoció Adán a todos estos animales? ¿Le dijo Dios cuáles eran sus nombres? Desde luego, Dios tampoco le enseñó qué nombres ponerles a aquellas criaturas. ¡Esa es la verdad! Entonces ¿cómo supo Él cómo darles sus nombres a estas criaturas vivientes y qué clase de nombres darles? Esto guarda relación con algo que Dios le añadió a Adán cuando lo creó. Los hechos demuestran que cuando Dios creó al hombre le añadió Su inteligencia. Este es un punto fundamental. ¿Habéis escuchado todos con atención? Hay otro punto fundamental que debería quedaros claro: después de que Adán diese nombre a estas criaturas vivientes, estos quedaron establecidos en el vocabulario de Dios”. “Dios creó al hombre, insufló vida en él, y también le dio algo de Su inteligencia, Sus capacidades, y lo que Él tiene y es. Después de que Dios diera al hombre todas estas cosas, el hombre fue capaz de hacer algunas cosas de forma independiente y pensar por sí mismo. […] A Sus ojos, esto surgió de la inteligencia que Él le concedió al hombre. Dios lo vio como una cosa buena, una cosa positiva. Lo que Adán hizo en aquel momento fue la primera manifestación de la inteligencia de Dios en el hombre. Fue una buena manifestación desde el punto de vista divino. Lo que quiero deciros aquí es que el objetivo de Dios al añadir una porción de lo que Él tiene y es, así como Su inteligencia, al hombre fue con el propósito de que la humanidad pudiera ser la criatura viviente que lo manifestara a Él. Que esa criatura viviente hiciera cosas en Su nombre era precisamente lo que Dios había anhelado ver”. Este pasaje además confirma el hecho de que Adán dio nombres a los animales. Entonces Dios le dio inteligencia a Adán para que pudiera hacerlo. Cuando Dios creó a Adán, Dios le puso inteligencia, para que pudiera hacer algo de manera independiente. Adán no leyó ningún libro, y Dios no le enseñó cómo nombrar a los animales, pero Adán nombró eficazmente todas las clases de animales. No pude evitar sorprenderme, entonces, pensé en las personas a través de los siglos. Independientemente de que fueran presidentes nacionales o civiles, sin importar sus fortalezas y dones, sin importar lo brillante sus logros o lo grande de sus contribuciones a la sociedad, su inteligencia provino de Dios. Si no tenemos la inteligencia que proviene de Dios, no importa cuánto luchemos, no obtendremos lo que queremos, porque venimos del polvo y no tenemos nada.
Adán nombró a todas las criaturas vivientes con la inteligencia que proviene de Dios: Es la primera cosa que la primera persona viviente hizo en nombre de Dios desde que Dios creó este mundo. El hecho de que Dios le haya dado a Adán el derecho de nombrar los animales, nos permite ver la voluntad de Dios. Dios nos dio vida e inteligencia; esto no es para que vivamos como nos plazca en este mundo malo e inmundo, o para vivir en busca de la comodidad física, la vanidad, la fama y la ganancia mientras consumimos todo lo que Dios nos ha dado. Más bien, Dios espera que intentemos al máximo hacer el bien en lo concerniente a la creación de Él, en obedecer le a Él, manifestarle y glorificarle. De hecho, todos los seres humanos deberían alabar a Dios, porque es correcto y apropiado para todas las criaturas alabar al Creador.
(Traducido del original en inglés al español por Giancarlo Cardona Beltran)
Fuente: Evangelio de la Fuente de la Vida
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