Yo nací en una familia pobre. Desde donde puedo recordar había llevado una vida siendo discriminado por la pobreza. Pero me prometí a mi mismo una cosa: En el futuro haré una fortuna y tendré una vida con riquezas por encima de los demás, para que la gente me mire con diferentes ojos.
Después de casarme abrí una peluquería. En aquel tiempo cobraba 3¥ por cada corte de pelo. Cada día trabajaba muy duro, tanto que acababa con dolores de espalda cada jornada, pero solo alcanzaba a ganar unas pocas decenas de Yuanes en el mejor de los días, con los cuales llegaba justo para poder sufragar los gastos de mi familia. Al terminar el año no había logrado ahorrar nada de dinero. Sentía ansiedad. Si esto continuaba igual, ¿cuándo podría vivir una vida por encima de los demás?
A medida que avanzaban los tiempos, la gente comenzaba a prestar mayor atención a la alimentación, a la bebida, a la ropa y a la belleza, especialmente las mujeres que querían estar a la moda. Por esa razón me fijé en el negocio de teñir el cabello, y alisar o hacer rizados permanentes. Aprendí que con una botella de tinte para el cabello, la cual solamente costaba unos 10¥ o algo más, podía usarla para teñir el pelo a 5 ó 6 clientes, y el precio de la permanente o alisado del pelo era de 80 a 100¥. Cuando vi que en el resto del gremio todos estaban ganando mucho dinero de esta manera, me sentí muy emocionada. Pronto colgué un cartel en la puerta de mi establecimiento en el que ponía: “Permanente, alisado y tinte del cabello”. Como era de esperar, fueron muchos los curiosos que, atraídos, entraron a mi establecimiento. Aprovechándome de la psicología de las personas y su gusto por escuchar halagos hacia su persona, pronto dominé esta habilidad. Hablaba desde ambos lados de mi boca.También aprendí cómo observar la manera de hablar y el comportamiento de la gente para clasificarlos. Cuando los clientes entraban en mi tienda podía determinar si ellos eran ricos o no, con tan solo mirarlos de arriba a abajo. Y en una primera y corta conversación con ellos, podía determinar si eran del tipo de la gente fácil o difícil de convencer. Inmediatamente hacia mi propio cálculo mental. Los ricos se preocupaban por sus gustos, pero no se preocupaban por el precio. Con ellos podía tratar de hacer mi mejor recomendación al precio más elevado de servicio. Con el mismo razonamiento, a las personas que no eran muy ricas les recomendaba un bajo precio del servicio a fin de no dejar escapar su dinero. La gente fácil de persuadir eran objetivos sencillos para mi, mientras que las personas más difíciles de convencer necesitaban ser tratados con mucho más cuidado, para evitar futuros problemas.
Una vez llegó una cliente. Le eché un vistazo y vi que era una mujer de unos 50 años que quería ser peinada a la moda. Por mi experiencia, me di cuenta que era una mujer adinerada. Entonces, salí de inmediato con una gran sonrisa y le dije: Señora, tome asiento por favor, ¿qué le gustaría que le hiciese en el cabello?. “Yo únicamente quería un corte de pelo”, respondió la señora. Una vez escuchado esto pensé: Aunque incremente el coste del corte de pelo, este únicamente serán 7 Yuanes, ¿por qué no intentar hacer algo más de dinero con este cliente?. Entonces, fingí acariciar su cabello y, mirándole la cara, le dije con una sonrisa: “Señora, usted es muy refinada, y su pelo es demasiado suave. Si usted solo se hace un corte de pelo, le quedará muy aplastado, y esto no lucirá hermoso ni le favorecerá a su bella cara. Si usted se hace una permanente, su cabello quedará esponjoso y parecerá aún más bella”. “¿En serio?. Yo nunca me he hecho la permanente, no sé si quedará bien en mi pelo”, dijo la mujer. Yo he visto y he hecho muchos peinados, seguro que puede quedarle muy bonito el cabello, respondí. Y pronto la convencí de ello. Después de que todo mi trabajo estuviese terminado, ella me pagó feliz 80 Yuanes y se marchó. Entonces pensé: Es muy fácil ganar dinero así. Sólo con decir unas pocas palabras puedo ganar mucho más dinero haciendo lo mismo. Si hubiese sido por su idea original únicamente habría ganado 7 Yuanes, ¡mientras que de este modo he logrado ganar 80 Yuanes en el mismo tiempo, diez veces más!
Y así, fuese quien fuese el que viniese a mi peluquería, trataba de hacer todo lo posible para lograr sacar más dinero de los clientes. Había veces que llegaba gente que únicamente venían como acompañantes de los que querían hacerse algo en el pelo, entonces yo les trataba de persuadir con mi palabrería para que hiciesen gasto voluntariamente en mi establecimiento.
Un día, una chica joven y su hermana mayor vinieron a mi peluquería, pero solo una de las hermanas quería hacerse un alisado en el pelo. Yo pensé: aunque las dos hermanas vienen aquí, solo una quiere hacerse algo en el pelo y yo solo puedo ganar cien Yuanes. Si pudiese atender a ambas hermanas, ¿no ganaría 100 Yuanes más?. Entonces, traté de convencer a la chica:
“Guapa, ¿no te gustaría a ti también cambiar de estilo o hacerte algo en el pelo?”. “No, gracias”, la hermana rechazó mi ofrecimiento en seguida. Viendo que ella no tenía ninguna intención, empecé a usar mi táctica psicológica diciéndole: “Bonita, tu no eres demasiado alta, y tienes la cara redondeada. Si te hicieses un planchado y un tinte en el pelo, estarías aún más encantadora y todavía más guapa”. Pero ella continuaba sin responder. Yo conocía la debilidad de las mujeres en el sentido de que a ellas no les gustaba que otros dijeran que no eran bonitas, y por eso se lo decía intencionadamente a ella. “¡Ah, Guapa, mira que tienes bonita la piel!. Tu cara es realmente tierna. La única pena es que tu pelo está demasiado alborotado, realmente no te hace resaltar estos rasgos a no ser que hagas algo con él. Como todo el mundo sabe, la gente en lo primero que se fija para juzgar a los demás es en el pelo. Siempre que sus peinados luzcan bonitos, ellas están seguras de su belleza”. “Yo hoy no deseo hacerme nada en el pelo. Si el corte de pelo de mi hermana queda bonito cuando esté terminado, entonces yo vendré mañana”. Ella parecía un poco agitada. Viendo que el tiempo se me terminaba, le dije: “Me llevará dos horas hacerle el pelo a tu hermana, y tu vas a estar esperando en vano. ¿Por qué no os hago el pelo a las dos a la vez y ganamos tiempo?. Finalmente, ella accedió a dejarme hacerle el peinado. En ese momento pensé: “todos los hombres de negocios son así; como dice el dicho: “Ningún hombre de negocios es honesto. ‘Un hombre de negocios que no sabe cómo hacer dinero es un tonto’. Esta es la consistente ley de los hombres de negocios”.
Después de todo, yo era afortunado de aceptar el Evangelio del Reino de Dios. Una vez, en mi devoción espiritual, vi las palabras de Dios: “Vosotros debéis saber que a Dios le gusta el hombre honesto. Dios posee la esencia de la fidelidad, y por lo tanto siempre se puede confiar en Su palabra. Más aún, Sus acciones son intachables e incuestionables. Es por esto por lo que Dios gusta de aquellos que son absolutamente honestos con Él. Honestidad significa dar vuestro corazón a Dios; nunca jugarle falso en nada; ser abierto con Él en todas las cosas, nunca esconderle la verdad; nunca hacer cosas que engañen a los de arriba y a los de abajo por igual; y nunca hacer nada simplemente por congraciarse con Dios. En pocas palabras, ser honesto es abstenerse de impurezas en vuestras acciones y palabras, y no engañar ni a Dios ni al hombre”.
Las palabras de Dios dicen claramente: Dios es fiel, por eso Su palabra y Sus acciones son incuestionables, y a Él le gustan los hombres honestos. El discurso y las acciones de los hombres honestos son concienzudos; sus actos son francos y no engañan a otros antes o por detrás. Sin embargo, cuando yo hice mi negocio, gané dinero con palabras dulces y mentiras, y todo ello lo hice sin ser descubierto. Esto obviamente no eran hechos de una persona honesta, pero estaba mostrando la traición. Esto era despreciado por Dios. Desde las palabras de Dios, yo sabía que Dios quería de nosotros que fuésemos personas honestas. Pero yo pensaba: Ahora los negocios son como un campo de batalla. En el caso de esta sociedad competitiva, si yo practicaba ser una persona honesta sin hacer trucos, yo solo haría poco dinero, y mi negocio tarde o temprano se cerraría. Yo estaba en un dilema.
Un día, una cliente me dijo en el momento que entró en mi peluquería: “Tengo un pelo muy fino. No tengo ni idea de cómo podrá mejorarlo”. “Le recomiendo afirmar las raíces de su cabello recogido. Si el cabello está esponjoso, le quedará más bonito” Dije yo. “Ok, hágame ese tratamiento que me ha dicho”. Ella estuvo de acuerdo al momento. Mientras estaba haciendo mi trabajo, yo pensé: Reafirmar las raíces del cabello de esta cliente únicamente me dejará una decena de Yuanes. Si convenzo a la mujer para hacerse un alisado, ¿no ganaría más dinero aún?. En ese momento yo ya sabía que ese peinado alisado no era lo más apropiado para ella, pero de cara a mi beneficio, yo intenté persuadirla. “Si usted únicamente reafirma las raíces del cabello, al final este quedará demasiado ligero y desordenado. Debería hacerse también un alisado para que quede mejor”. Ella estuvo de acuerdo. Dos horas después, cuando miré con entusiasmo mi trabajo, yo quedé estupefacto en un instante: El pelo de mi cliente parecía que estaba quemado. Volviéndose rizado y completamente abrasado. Yo me sentía terriblemente preocupada, pensando: “¿Qué puedo hacer ahora?. Solo por ganar unos pocos Yuanes más he arruinado su cabello. ¡Ay! Yo podría ser regañado y la cliente solicitar la reparación. ¿Qué podía hacer? Comencé a ir negando mi responsabilidad y dije: “Ah! Su pelo realmente no queda bien así. Comienza a rizarse cuando está siendo empapado en el tinte. Bien, yo no puedo cobrarle por esto. ¿Qué le parece que se lo corte?” Yo pensaba que ella querría poner una reclamación, pero inesperadamente, estaba de acuerdo en que se lo cortase. Aunque este problema fue una falsa alarma, yo no me sentí segura ni en paz durante un largo periodo de tiempo, viviendo en reproche y arrepentimiento. Yo sabía que fue un juicio silencioso de Dios. Como creyente en Dios, yo fui en contra del requisito de Dios, ¿cómo podía sentirme segura?.
Más tarde, yo vi las palabras de Dios que decían: “Serás capaz de obedecer todo lo que venga de Dios y todas tus acciones, ya sean hechas en público o en privado, serán presentables ante Dios. Si eres una persona honesta y practicas la verdad en todas las cosas, entonces serás perfeccionado. Esos hombres engañosos que actúan de una manera frente a los demás y de otra manera tras sus espaldas, no están dispuestos a ser perfeccionados. Todos son hijos de la perdición y de la destrucción; no pertenecen a Dios sino a Satanás. ¡No son la clase de hombre elegido por Dios! Si tus acciones y tu comportamiento no pueden ser presentados ante Dios o no son los que el Espíritu de Dios considere, entonces esto ilustra que hay un problema contigo. Sólo si tú aceptas el juicio y el castigo de Dios, y le das importancia a la transformación de tu carácter, serás puesto en la senda para ser perfeccionado”. “Muchos prefieren ser condenados en el infierno que hablar y actuar con honestidad. No es de extrañar que Yo tenga otro tratamiento en su lugar para aquellos que son deshonestos”.
Por las palabras de Dios, vi el carácter justo y majestuoso de Dios: A Dios le gusta y cuida de los hombres honestos, mientras que odia a los hombres engañosos, cuyo final será la destrucción. Pensando en mi trabajo y en mis acciones, yo era una verdadera persona engaña con mis actos, tanto en público como en privado. Solo con el fin de ganar más dinero, no había tenido en consideración qué peinados o tratamientos eran más adecuados para el cabello de mis clientes, si el alisado, la permanente, únicamente trataba de convencerlas al máximo de que se hiciesen un tratamiento diferente. Y a fin de obtener más dinero de su parte, yo había causado daños en el pelo de mis clientas, aprovechando a otros gastos, sin nada de humanidad. De frente al juicio de Dios y Su tratamiento, yo me hundí en el reproche y en la culpa, y sentí que era indigno de ser llamado Cristiano, y si esto no me cambiaba a mi mismo, yo sería sin duda castigado por Dios. Esta vez, Dios me recordó a mi esto con el problema de la clienta a la que dañé el cabello; y esta fue la salvación de Dios para mi. Después de saber la voluntad de Dios, yo determiné mi voluntad ante Dios de ser una persona honesta.
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