Nací en una familia católica y desde temprana edad mi madre me enseñó a leer la Biblia. Eran los tiempos en que el Partido Comunista chino estaba construyendo la nación tras la guerra civil y, dado que el Gobierno del PCCh estaba suprimiendo todas las religiones, fue a los 20 años de edad cuando por fin tuve la oportunidad de ir a la iglesia a escuchar sermones.
“Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y en diferentes lugares habrá hambre y terremotos. Pero todo esto es solo el comienzo de dolores” (Mateo 24:7-8).