La Biblia dice, “y el que crea en El no sera avergonzado” (1 Pedro 2:6). La sabiduría más grande de un cristiano es confiar en Dios para todas las cosas. Sólo haciendo este obtenemos la dirección y el liderazgo de Dios. Sin embargo, cuando nos encontramos con dificultades en nuestras vidas, con frecuencia, dependemos de nuestra habilidad o confiamos en la gente que nos rodea para obtener ayuda. Aunque a veces rezamos a Dios y buscamos a Él, cuando no recibimos Su respuesta, perdemos la fe y simplemente confiamos en nuestros propios planes para enfrentar nuestras dificultades. El resultado es que, a menudo, no podemos obtener la guía del Señor, no tenemos un verdadero entendimiento de Dios y nuestra fe no puede crecer. Recientemente he buscado en relación con este aspecto y me he ganado un poco de entendimiento, quiero compartirlo con todo el mundo.
1. Primero Uno Debe Tener Fe en Dios para confiar en Dios
Dios dice, “Cuando no puedes tocarlo ni verlo, en esas circunstancias se exige tu fe. Se exige la fe de las personas cuando algo no puede verse a simple vista, cuando no puedes abandonar tus propias nociones. […] Si no tienes fe, Dios no puede perfeccionarte y serás incapaz de ver Sus acciones, y menos aún Su omnipotencia. Cuando tengas fe y puedas tocar Sus acciones en tu experiencia práctica, Dios se te aparecerá, te esclarecerá y te guiará desde dentro. Sin esa fe, Dios no podrá hacer esto”. Lo más importante, si alguien cree en Dios es que debe tener fe verdadera en Dios. Independientemente de cuántas difíciles sean las situaciones que encontramos, siempre y cuando confiemos en Dios por fe, podremos ver los hechos maravillosos de Dios. Sin embargo, con frecuencia, sólo decimos que las situaciones que encontramos todos los días están permitidas por Dios y que estamos dispuestos a confiar en Dios. Pero, cuando nos encontramos con dificultades, ya no tenemos fe en Dios. Por ejemplo, cuando encontramos obstáculos mientras buscamos trabajo, a menudo, decimos que si encontramos trabajo es si Dios lo permite o no. Sin embargo, en nuestros corazones, murmuramos: “¿Dios me ayudará? ¿Qué debo hacer si Él no me ayuda?” A veces, cuando encontramos dificultades en nuestras vidas familiares o enfrentamos algo que no está de acuerdo con nuestra noción, nuestros corazones se quejan y preguntamos por qué Dios no nos cuida y nos protege. Cuando encontramos dificultades en la iglesia que no podemos resolver, decimos con nuestros labios que estamos dispuestos a confiar estas dificultades al Señor y dejar que Dios nos guíe pero, en nuestros corazones, hemos perdido completamente el ímpetu y vivimos en la negatividad. ... Todos estos ejemplos indican que no tenemos fe real en Dios y que no tenemos un conocimiento de la omnipotencia y la soberanía de Dios. Nuestros labios dicen que confiamos en Dios, pero nuestros corazones realmente no creen en Dios. Por esta razón es muy difícil para nosotros ver las obras de Dios.
Recuerdo que en la Biblia, fue escrito al principio, Dios le dijo a Noé que construyera un arca. Noé nunca había visto un arca, así que no sabía cómo era el arca. Sin embargo, Noé creía en Dios y no tenía dudas acerca de Él. Al final, él confió en Dios y bajo la dirección de Él, él construyó la arca pieza por pieza. Hubo Moisés quien condujó los israelitas fuera de Egipto. Cuando llegaron al Mar Rojo, fueron atrapados entre el Mar Rojo frente a ellos y el ejército egipcio detrás de ellos. Parecía que habían sido derrotados. Sin embargo, Moisés tenía verdadera fe en Dios. Él oró a Dios y confió en Dios. Usó su bastón para golpear las aguas y el Mar Rojo se partió por la mitad. Así, los israelitas fueron capaces de cruzar sin problemas. Debemos emular a Moisés y Noé. Cuando nos encontramos con dificultades, debemos tener fe verdadera en Dios y esperar con paciencia. Debemos creer que Dios nos guiará para que podamos superar nuestras dificultades. Si perseveramos de esta manera hasta el final, seguramente podremos ver las obras de Dios.
2. Con un Corazón que Se Somete a Dios, Uno Puede Confiar Verdaderamente en Dios
Para confiar en Dios, hay un punto más importante que es la sumisión. Cuando confiamos fielmente en Dios, sin importar si la situación mejora, debemos tener una actitud de sumisión. No debemos obligar a Dios a hacer las cosas según nuestros deseos porque los pensamientos de Dios son eternamente más altos que nuestros pensamientos. Todo lo que hace Dios contiene Su sabiduría dentro. No debemos confiar en nuestros éxitos individuales y en nuestros fracasos al ponderar las obras de Dios.
Sin embargo, cuando nos encontramos con dificultades, muy a menudo no nos sometemos. Aunque decimos que oramos y confiamos en Dios, nuestros corazones están llenos de resistencia y nuestras demandas individuales. Queremos que Dios haga las cosas según nuestras propias ideas. Por ejemplo, si las cosas no van bien con nuestro trabajo, le oramos a Dios y le pedimos que nuestros proyectos se desarrollen sin problemas. Si las cosas no van bien en casa, le oraremos a Dios y le pediremos a Él que cuide a nuestra familia. Cuando nos enfermamos, nuestros corazones necesitan con urgencia que Dios nos cure, etc. Independientemente de las dificultades que enfrentemos, siempre nos ponemos primero en lugar de mantener un corazón que se somete y busca al Señor.
Al tiempo, Jesús estaba en el Huerto de Getsemaní orando, “... Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras” (Mateo 26:39). Antes de que Jesús fuera clavado en la cruz, Él no tenía ninguna exigencia individual. Él estaba dispuesto a dar Su vida y someterse a la voluntad del Padre celestial. ¿No es esto un ejemplo que debemos seguir como criaturas? Por lo tanto, incluso si oramos a Dios y la situación no sale como queremos, todavía debemos mantener un corazón de sumisión y someternos a los arreglos de Dios sin nuestros propios deseos y decisiones. Si tenemos un corazón que se somete a Dios mientras experimentamos todas las situaciones que Dios ha arreglado para nosotros, tendremos muchas menos quejas y malentendidos, obtendremos fe y poder que da Dios y podremos ver las obras de Dios.
3. Tenga un Corazón Que Honre a Dios, Confíe en Dios, no Confíe en el Hombre
Si quieres realmente confiar en Dios, hay un punto muy importante que debes recordar. Tu corazón debe honrar a Dios como grande. Cuando te encuentres con dificultades, primero debes presentarse ante Dios y buscar la guía de Dios. Sin embargo, no somos así en absoluto. La mayoría de las veces, queremos simplificar la situación y permitir los que nos rodean nos ayuden a resolver las cosas. Por ejemplo, cuando nos encontramos con dificultades en nuestras vidas, cuando no sabemos cómo hacer el trabajo de la iglesia, etc. Con frecuencia, recurriremos a nuestros pastores o ancianos en busca de ayuda. Durante este período, aunque rezamos a Dios, estamos pasando por una formalidad. Nuestro corazón ha decidido ya que hacemos las cosas según las ideas de nuestros pastores o ancianos.
Si tenemos estas manifestaciones, es porque en nuestros corazones, no tenemos un lugar para Dios, no tenemos un conocimiento de la omnipotencia y la soberanía de
Dios, nuestra fe en Dios es demasiado pequeña, no creemos que Dios pueda para resolver todos nuestros problemas y nuestros corazones tienen un lugar para el hombre que nos hace adorar al hombre y
admirar al hombre. Mientras decimos que confiamos en Dios, en realidad, en todas las cosas, confiamos en el hombre. Esto conduce a una situación donde cuando nos encontramos con dificultades, no
somos capaces de obtener la iluminación de Dios y tenemos menos de un conocimiento genuino de Dios. No debemos obedecer ciegamente al hombre y admirar al hombre. Por el contrario, debemos venir
ante Dios y orar más a Él. En todos los asuntos, debemos obedecer la palabra de Dios y buscar las intenciones de Dios. Esto es lo que significa confiar verdaderamente en Dios.
Esto es parte de la comprensión que he gandado con respecto a este tema. Espero que haya ayudado a todos. ¡Gracias al Señor!
(Traducido del original en inglés al español por Jose M. Flecha)
Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.
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