La protagonista siguió la fe cristiana de sus padres desde pequeña y, tras casarse, ella y su esposo trabajaron juntos en la iglesia. En los últimos años ha descubierto que siempre se está confesando ante el Señor en oración, pero no es capaz de dejar de pecar ni de atenerse a las palabras del Señor. Tampoco tiene tolerancia ni paciencia con su marido.