Como creyentes de Dios, todos queremos ser bendecidos por Él. Pero entonces, ¿cómo debemos actuar para recibir Sus bendiciones? Recuerdo que la Biblia dice: “Y sucedió que mientras decía estas cosas, una de las mujeres en la multitud alzó su voz y le dijo: ¡Dichosa la matriz que te concibió y los senos que te criaron! Pero El dijo: Al contrario, dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan” (Lucas 11:27-28). Vemos en las palabras del Señor que aquellos capaces de escuchar la palabra de Dios y de luego cumplirla, son las personas más bienaventuradas. Es realmente verdad. Los antiguos santos – Noé, Abraham y Pedro – todos ellos recibieron la bendición de Dios porque supieron obedecer y seguir la palabra de Dios tras haberla escuchado. De modo que, reunamos los hechos de Noé y Abraham para discutir cómo lograron la bendición de Dios.
Dios valora la obediencia pura de Noé
Tras haber sido corrompido por Satán, la humanidad fue degenerando cada vez más, hasta llegar al punto de que Dios ya no pudo seguir mirando. El resultado fue que
Dios decidió que destruiría la tierra con un diluvio. Le ordenó a Noé que construyese un arca y que proclamase a los hombres Su voluntad. Aquello sin duda fue una prueba para Noé: Por un lado, ni
siquiera sabía lo que era un barco. Así que podemos imaginarnos que casi le resultaría imposible construir un arca así de tremenda. Por el otro lado, por aquel entonces, toda la superficie de la
tierra estaba humedecida por las nieblas y nunca llovía. Si Noé les decía a los demás que Dios usaría un diluvio para destruir la tierra, ¿quién iba a creerle? Pero Noé no tuvo en cuenta nada de
esto, ni siquiera le preguntó a Dios cómo iba a destruir la tierra con un diluvio ni cuándo sucedería. Simple y llanamente obedeció las instrucciones de Dios y actuó en
consecuencia.
El largo proceso de construir el arca y difundir la voluntad de Dios también fueron una
prueba dura para Noé. Mientras estaba construyendo el arca, tuvo que enfrentarse a todo tipo de problemas: la falta de dinero, la escasez de mano de obra, la enormidad del proyecto y que la
construcción le llevase más de cien años. Todas ellas, dificultades y problemas prácticos. Es más: cuando les dijo a los demás que Dios mandaría un diluvio a anegar la tierra, todos se burlaron
de él y lo calumniaron, diciendo que estaba loco y que era un estúpido. Durante este largo periodo de prueba, Noé no violó la orden de Dios en ningún momento, sino que animó incansablemente a su
familia a construir el arca y siguió difundiendo la voluntad de Dios. Hizo todo lo que pudo y fue concienzudo a la hora de cumplir el encargo de Dios. Al final, Dios les hizo una promesa a Noé y
a su familia: “Y bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra. Y el temor y el terror de vosotros estarán
sobre todos los animales de la tierra, y sobre todas las aves del cielo, y en todo lo que se arrastra sobre el suelo, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados. Todo lo que se
mueve y tiene vida os será para alimento: todo os lo doy como os di la hierba verde. […] En cuanto a vosotros, sed fecundos y multiplicaos; poblad en abundancia la tierra y multiplicaos en
ella” (Génesis 9:1-3, 7).
Se ve que recibió Noé la bendición y la promesa de Dios, fue principalmente porque durante aquella larga y dura prueba, le mostró a Dios su verdadera disposición
para obedecerle, satisfaciéndolo y siguiendo Su palabra.
Abraham estaba dispuesto a soportar el dolor y a sacrificar su hijo para así satisfacer a Dios
La esposa de Abraham no había nunca dado a luz. Cuando Abraham tenía cien años, Dios le concedió un hijo al que llamó Isaac. Abraham crió a Isaac rodeado de un amor inmenso. Sin embargo, pasados más de diez años, Dios le dijo que tenía que ofrecer a su hijo quemándolo como sacrificio. Para Abraham eso tuvo que ser sin duda incluso más duro aún que si le hubieran pedido que sacrificara su propia vida. Pero cuando se enfrentó a la orden de Dios, no se echó atrás ni se negó, ni siquiera se quejó ni puso en duda a Dios. En vez de ello, decidió obedecer el mandamiento de Dios y ofrecer a su único y amado hijo, sin tan siquiera preguntar por qué. Ese resonante testimonio le mostró a Dios su corazón y su obediencia absoluta. De modo que Dios no sólo le impidió que sacrificase a Isaac sino que le bendijo diciendo: “de cierto te bendeciré grandemente, y multiplicaré en gran manera tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena en la orilla del mar, y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos. Y en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra, porque tú has obedecido mi voz” (Génesis 22:17-18).
Noé y Abraham pudieron recibir la bendición y la promesa de Dios no sólo porque fueron capaces de seguir Su palabra externamente, sino, y mucho más importante,
porque con las pruebas que Dios les puso, pudieron entregar sus corazones a Dios, obedecerle de corazón, seguir Sus mandamientos y satisfacer a Dios sin tener en cuenta ni su propio beneficio ni
su propia pérdida. Eran personas cuyo principio en la vida era seguir el camino del Señor, gente que vivía según Su palabra y lo más importante, eran personas que vivían bajo la bendición de
Dios. Tal como dice Dios: “Sólo puedes cumplir las exigencias de Dios si vives dentro de Sus palabras y le entregas tu corazón; debes hacer lo que Dios dice,
convertir Sus palabras en el fundamento de tu existencia y en la realidad de tu vida; sólo entonces le pertenecerás a Dios. Si practicas con sinceridad, conforme a la voluntad de Dios, Él llevará
a cabo Su obra en ti y después vivirás bajo Sus bendiciones, vivirás a la luz de Su rostro, serás capaz de comprender la obra que el Espíritu Santo lleva a cabo y también sentirás el gozo de la
presencia de Dios”.
Es decir, si queremos que Dios nos bendiga, tenemos que entregarle nuestro corazón más verdadero, al igual que hicieron Noé y Abraham. No importa lo que Dios nos
ordene, ni lo poco que Sus palabras encajen con lo que nos hemos imaginado, o cómo nos ponga a prueba Dios; debemos obedecerle ciegamente y actuar según Su palabra, y darle la satisfacción de ser
una persona que realmente cumple Su voluntad. Así seremos más conscientes de Su liderazgo y de cómo nos guía en nuestra vida diaria y viviremos bajo Su bendición.
Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.
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