Frente a los desastres que suceden uno tras otro y se hacen cada vez más graves y amplios, ¿se siente desamparado e impotente invocando constantemente al Señor para ser protegido? Pero, ¿alguna vez ha pensado en esto: Dios permite que nos lleguen los desastres sólo para que le roguemos que nos proteja? ¿Qué es la verdadera intención de Dios detrás de los desastres? ¿Cómo podemos recibir Su protección en ellos?
El Señor Jesús profetizó: “Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37). De aquí, nos damos cuenta de que el Señor vendrá cuando la humanidad en los últimos días sea tan corrupta como la de la época de Noé. Hoy en día, muchas personas están testificando que el Señor ha regresado, pero tras enterarse de esta noticia muchas personas no toman la iniciativa para buscar e investigar, porque sienten que los grandes desastres no han caído completamente y el Señor aún no ha retornado. Por lo tanto, Dios permite que ocurran las calamidades una tras otra para recordarnos que las profecías del regreso del Señor se han cumplido y que Él ha venido hace tiempo. Si no buscamos la aparición del Señor para seguir Sus pasos, nos perderemos la oportunidad de recibirlo, y cuando la gran tribulación llegue, lloraremos y rechinaremos los dientes en medio de ella.
Dios Todopoderoso dice: “En el vasto mundo han ocurrido innumerables cambios: océanos que se desbordan en los campos, campos que se desbordan en los océanos, una y otra vez. Excepto por Él, que gobierna sobre todas las cosas en el universo, nadie es capaz de guiar y dirigir a esta raza humana. No hay poderoso que trabaje o haga los preparativos para esta raza humana, y, mucho menos, hay alguien que pueda llevar a esta raza humana al destino de la luz y liberarla de las injusticias terrenales. Dios lamenta el futuro de la humanidad y le duele que la humanidad se esté dirigiendo, paso a paso, hacia la decadencia y el camino sin regreso. Una humanidad que ha roto el corazón de Dios y ha renunciado a Él para ir en busca del maligno: ¿alguien se ha puesto a pensar en qué dirección podría ir una humanidad como esa? Es precisamente por esta razón que nadie siente la ira de Dios, que nadie busca una forma de complacerlo ni trata de acercarse a Él y, lo que es más, es la razón por la que nadie busca comprender el sufrimiento y el dolor de Dios. Incluso después de escuchar la voz de Dios, el hombre continúa en su propia senda, sigue apartándose de Dios, sigue evadiendo la gracia y el cuidado de Dios, y rehuyendo a Su verdad, y prefiere venderse a sí mismo a Satanás, el enemigo de Dios. Y ¿quién ha pensado —si el hombre persiste en su obstinación— en cómo Dios actuará hacia esta humanidad que lo ha rechazado sin mirar atrás? Nadie sabe que la razón de los repetidos recordatorios y exhortaciones de Dios se debe a que Él ha preparado en sus manos una calamidad como jamás se ha visto, una calamidad que será insoportable para la carne y el alma del hombre. Esta calamidad no es solamente un castigo de la carne, sino también, del alma. Necesitas saber esto: cuando el plan de Dios fracase y cuando Sus recordatorios y exhortaciones no produzcan respuesta alguna, ¿qué clase de ira desatará? No se parecerá en nada a lo que algún ser creado haya experimentado o escuchado. Así pues, Yo digo que esta calamidad no tiene precedentes y jamás se repetirá, pues el plan de Dios es crear a la humanidad una sola vez y salvarla una sola vez. Es la primera vez y, también, la última. Por tanto, nadie puede comprender las meticulosas intenciones y la ferviente expectativa con las que Dios salva a la humanidad esta vez”.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
De las palabras de Dios, ¿siente la misericordia y cuidado de Dios por nosotros? Dios permite que sucedan estos desastres también es un signo de amor y salvación hacia nosotros. Solo aprovechando la ocasión de acoger al Señor podremos tener la oportunidad de ser protegidos por Él en el desastre.
Recomendación: La segunda venida de Jesús
Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.
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