Dios es el gobernador de todas las cosas del universo, y la Palabra de Dios seguramente es única, manifestando Su identidad y estatus tan pronto como se hable.
Tal como Jehová Dios dijo a Abraham: “Te haré fecundo en gran manera, y de ti haré naciones, y de ti saldrán reyes” (Génesis 17:6).
El Señor Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). De esto vemos que excepto Dios, ¿quién puede hacer a una persona excesivamente próspera? ¿Quién puede dar la vida al hombre? Sólo Dios mismo. Por lo tanto, las declaraciones de Dios son la manifestación de Su propia identidad y estatus.
En los últimos días, el Señor ha regresado. Las nuevas palabras de Dios también son muy conmovedoras y demuestran Su única identidad y estatus.
Dios dice: “Estoy llevando a cabo Mi obra por todo el universo y en el oriente se producen choques interminables como de truenos que sacuden a todas las naciones y denominaciones. Es Mi voz la que ha guiado a todos los hombres al presente. Haré que todos los hombres sean conquistados por Mi voz, que caigan en esta corriente y se sometan ante Mí, porque desde hace mucho tiempo he recuperado Mi gloria de toda la tierra y la he emitido nuevamente en el oriente. ¿Quién no anhela ver Mi gloria? ¿Quién no espera ansiosamente Mi regreso? ¿Quién no tiene sed de Mi reaparición? ¿Quién no suspira por Mi hermosura? ¿Quién no vendría a la luz? ¿Quién no contemplaría la riqueza de Canaán? ¿Quién no anhela el regreso del Redentor? ¿Quién no adora al Gran Todopoderoso? Mi voz se extenderá por toda la tierra; quiero, frente a Mi pueblo elegido, decirles más palabras. Como los poderosos truenos que sacuden las montañas y los ríos, digo Mis palabras a todo el universo y a la humanidad. Por tanto, las palabras en Mi boca se han convertido en el tesoro del hombre y todos los hombres aprecian Mis palabras. El relámpago destella desde el oriente hasta el occidente. Mis palabras son tales que el hombre se resiste a renunciar a ellas y, al mismo tiempo, las encuentra insondables, pero se regocija aún más en ellas. Al igual que un recién nacido, todos los hombres se alegran y regocijan, celebrando Mi llegada. Por medio de Mi voz, traeré a todos los hombres delante de Mí. A partir de entonces, entraré formalmente a la raza de los hombres para que ellos vengan a adorarme. Con la gloria que irradio y las palabras en Mi boca, haré que todos los hombres se presenten ante Mí y vean que el relámpago destella desde el oriente, y que Yo también he descendido al ‘Monte de los Olivos’ del oriente. Verán que llevo ya mucho tiempo en la tierra, ya no como el Hijo de los judíos, sino como el Relámpago del oriente. Porque he resucitado hace mucho tiempo, me he alejado del seno de la humanidad y reaparecido luego con gloria entre los hombres. Soy Aquel que fue adorado en eras innumerables antes de ahora y también soy el infante abandonado por los israelitas en eras innumerables antes de ahora. ¡Además, soy el todo glorioso Dios Todopoderoso de la era actual! Que todos se presenten ante Mi trono y vean Mi semblante glorioso, oigan Mi voz y contemplen Mis obras. Esta es la totalidad de Mi voluntad; es el fin y el clímax de Mi plan, así como el propósito de Mi gestión. ¡Que cada nación me adore, que cada lengua me reconozca, que todos los hombres depositen su fe en Mí y que todas las personas se sometan a Mí!”.
A partir de las palabras de Dios, se puede sentir que Dios está hablando a toda la humanidad en Su identidad como el Señor de toda la creación, que Sus palabras tienen poder y no pueden ser habladas por nadie. Por lo tanto, si oímos a alguien testificar que el Señor ha regresado y está expresando palabras para purificar y salvar a la humanidad, debemos buscar e investigar humildemente y escuchar de cerca, porque es muy probable que ellas sean la voz de Dios. Solo cuando podamos reconocer la voz de Dios y aceptar y obedecer Su nueva obra podremos dar la bienvenida al Señor y asistir al banquete con Él.
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