Estimada hermana Muzhen,
¡Paz a usted en el Señor! Me hizo muy feliz recibir su carta. En la carta, usted mencionó que el regreso del Señor está cerca, así que para ser una virgen prudente
que espera y da la bienvenida al Señor cuando regrese, usted deliberadamente leyó la Biblia, oró más y trabajó más para
el Señor. Pero esto no la hacía sentir que el espíritu se elevara, ni que su fe y su amor se incrementaran. Usted se pregunta si este comportamiento es el de una virgen prudente y quiere saber
cómo practicar para recibir el regreso del Señor. Hermana Muzhen, su pregunta es muy importante para los cristianos, porque
cada uno de nosotros quiere ser como la virgen prudente para dar la bienvenida al regreso del Señor, y asistir a la fiesta del reino de los cielos junto con Él. Ninguno de nosotros quiere ser
como la virgen necia que fue dejada de lado por el Señor. Pero,¿cómo debemos practicar para ser una virgen prudente? Acerca de esto, le voy a decir lo que yo entiendo. ¡Espero que pueda ser de
beneficio para usted!
Jesucristo dijo una vez: “ENTONCES el reino de los cielos
será semejante á diez vírgenes, que tomando sus lámparas, salieron á recibir al esposo. Y las cinco de ellas eran prudentes, y las cinco fatuas. Las que eran fatuas, tomando sus lámparas, no
tomaron consigo aceite; Mas las prudentes tomaron aceite en sus vasos, juntamente con sus lámparas” (Mateo 25:1-4). De este versículo vemos que, cuando esperaban el regreso del Señor,
las vírgenes prudentes tomaron aceite en sus vasijas. Y por eso, no fueron dejadas de lado por el Señor y al final estuvieron en la fiesta del reino de los cielos con el Señor. Por lo general,
después de leer estas escrituras, los hermanos y las hermanas piensan en su imaginación que si leemos la Biblia con frecuencia, velamos y oramos, somos leales al Señor, trabajamos para el Señor y
difundimos más el evangelio, somos como las vírgenes prudentes que guardaban el aceite. Y entonces, cuando el Señor regrese,
festejaremos junto con Él. Sin embargo, ¿la manera en que el Señor aprobó a las vírgenes prudentes es la que nosotros pensábamos? Miremos hacia atrás a la Era de la Ley. Antes que Jesucristo
comenzara su obra, los escribas y los fariseos esperaban la venida del Mesías. Ellos no sólo conocían la Biblia, sino que también se apegaban a las leyes y los mandamientos, a menudo oraban a
Dios y más aún, viajaban por tierra y por mar para difundir la obra de Dios. Si es como lo imaginamos, los fariseos que obraban de esta manera estaban preparando el aceite y estaban más que
calificados para recibir al Mesías y recibir la salvación de Dios. Sin embargo, ¿cuál fue el hecho? Cuando Jesucristo vino a hacer su obra, los fariseos no reconocieron que Él era el Mesías, pero
en su lugar, guardaron el nombre del Mesías, y resistieron y rechazaron la obra de Cristo Jesús; finalmente, lo crucificaron y por eso fueron condenados y
castigados. Del hecho de que los fariseos rechazaron a Dios y fueron castigados, podemos ver que para calificar como una virgen prudente no alcanza con leer más la Biblia, velar
y orar, aferrar el camino de Dios y trabajar más para el señor.
Entonces, ¿quiénes son las vírgenes prudentes? Veamos cómo los judíos y los discípulos de Jesucristo lo reconocieron y fueron reconocidos por Él. Todos sabemos que
en la Biblia está registrada la historia de una mujer samaritana. Cuando la mujer samaritana escuchó a Jesucristo decir: “Porque cinco maridos has
tenido: y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad” (Juan 4:18), ella le dijo a la multitud: “Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿si quizás
es éste el Cristo?” (Juan 4:29). En estos versículos vemos que la mujer samaritana entendió, por las palabras de Jesucristo, que Él es Cristo, porque ella sabía que solamente Dios puede ver sobre
todas las cosas, conocer los secretos más íntimos del hombre, y puede conocer todas las cosas que ella hizo alguna vez. Nadie excepto Dios tiene tal autoridad y poder. Así que, cuando Jesucristo
le habló a ella acerca de sus maridos, ella reconoció en ese momento que Él es Cristo. De su experiencia, puede verse que su sabiduría estuvo en que ella fue capaz de reconocer la voz de Dios, y
que una vez que ella escuchó la voz de Dios, pudo aceptar la verdad y así ganó la salvación en Jesucristo. Además, podemos ver en la Biblia que otras personas, como Pedro y Natanael, también
reconocieron al Señor por Sus palabras, y entonces lo siguieron.
De todos estos hechos, podemos entender que el punto crítico para ser una virgen prudente es ser capaz de discernir la voz de Dios. Proverbios 9:10 dice: “El temor
de Jehová es el principio de la sabiduría; Y la ciencia de los santos es inteligencia”. Obviamente, para ser vírgenes prudentes que reciben al Señor cuando regrese, no es suficiente estar atentos
a leer la Biblia, orar y trabajar más para el Señor. En Apocalipsis 3:20 Dios dice: “He aquí, yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y
abriere la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo”. Esto demuestra que cuando Dios vuelva en los últimos días, Él continuaría hablando. Por eso, es fundamental reconocer la
voz del Señor. Solo aquellos que pueden reconocer la voz de Dios y se comprometen a recibir Su venida son vírgenes prudentes, y pueden asistir a la fiesta del reino de los cielos junto con el
Señor. Sin embargo, aquellos que no son capaces de reconocer la voz de Dios, como los fariseos, y más aún, odian y rechazan a Dios en vez de aceptarlo cuando escuchan Su voz, están condenados a
ser dejados atrás por el Señor.
Ahora, usted debe estar ansiosa por saber: ¿cómo podemos reconocer la voz de Dios? Una vez leí un pasaje acerca de esto en un libro espiritual. A continuación, compartiré con usted varios principios acerca de cómo distinguir la voz de Dios.1. Las palabras expresadas por Dios son la verdad. Pueden ser la vida del hombre, proveer sus necesidades y dar al hombre un camino a seguir.
Jesucristo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Y Juan 1:1-4 dice: “EN el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. […] En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. De las escrituras podemos decir con seguridad que Dios mismo es la verdad, el camino y la vida. Así que las palabras que Dios expresa son la verdad. Puede proveer al hombre de acuerdo con sus necesidades actuales de modo que tenga un camino por el que andar y pueda recibir provisión de vida. Mira la Era de la Ley: Después de que Satanás corrompió al hombre, el hombre no tenía idea de cómo vivir la vida, y tampoco sabía cómo adorar a Dios. Entonces, Jehová promulgó leyes y mandamientos para guiar a los israelitas para que vivieran en la tierra de acuerdo con su situación en ese momento. Estas leyes y mandamientos son palabras de verdad y el suministro más práctico para la vida. En la Era de la Gracia, el hombre se ha vuelto más y más corrupto. El hombre fracasó en seguir la ley y con frecuencia pecó. Si continuaba, el hombre perecería según la ley. En ese tiempo, Jesucristo vino, y le dio al hombre no solo el sacrificio por el pecado, sino también las nuevas maneras de practicar. Él instruyó al hombre para que confiese sus pecados y se arrepienta delante de Él, a ser tolerante, paciente y perdonar a otros hombres, y a amar a otros como a sí mismo, entre otras cosas. Las palabras de Jesucristo eran lo que los hombres de la Era de Gracia necesitaban con mayor urgencia, y eran su suministro para la vida. En los días postreros, ¿cómo nos guiará Dios a través de la palabra? Hebreos 9:28 dice: “Así también Cristo fué ofrecido una vez para agotar los pecados de muchos; y la segunda vez, sin pecado, será visto de los que le esperan para salud”. 1 Pedro 4:17 dice: “Porque es tiempo de que el juicio comience de la casa de Dios”, and Salmos 96:13 dice: “Delante de Jehová que vino: Porque vino á juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, Y á los pueblos con su verdad”. Y entonces, en los días postreros, Dios vendrá a hablar, y no volverá a hacer la obra de redención. En cambio, Él juzgará, purificará y salvará al hombre de la esclavitud del pecado por medio de la palabra de la verdad. Creemos que esas vírgenes prudentes que están velando y esperando por la voz del novio recibirán varias revelaciones de Él.
2. La palabra de Dios es la expresión de Su carácter, con autoridad y poder.
Hermanos y hermanas, todos sabemos que en el principio, Dios utilizó palabras para crear todas las cosas en la tierra. En el momento que Él habla, Sus palabras se hacen realidad. Como dice Salmos 33.9: “Porque él dijo, y fué hecho; El mandó, y existió”. En la época del Antiguo Testamento, Dios le prometió a Abraham que su descendencia sería tan numerosa como las estrellas del cielo, y tan abundante como las arenas del mar en la playa, y ha sido cumplido. Toda palabra que Dios ha dicho ha sido cumplida, una tras otra. Esta es la autoridad y el poder de la palabra de Dios. En la Era de la Gracia, Jesucristo dijo: “Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:14). “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11:25-26). “¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque rodeáis la mar y la tierra por hacer un prosélito; y cuando fuere hecho, le hacéis hijo del infierno doble más que vosotros” (Mateo 23:15). La palabra de Jesucristo tiene autoridad y poder. Podemos reconocer Su palabra como la voz de Dios, y entender que Sus palabras no solo pueden dirigir y gobernar por sobre todas las cosas, sino que también nos otorgan vida y verdad, promesas y bendiciones, y más aún, pueden castigar a aquellos que Le desobedecen y se resisten a Él. De las palabras de Dios, podemos ver que Dios tiene amor y piedad para aquellos que creen en Él y lo aman; y con aquellos que le desobedecen y le resisten, Él está lleno de majestad y de ira. En la palabra de Dios cuando maldice a los fariseos, vemos que el carácter justo de Dios de Dios es intolerante a la ofensa del hombre. Cada sentencia de Dios contiene en sí Su voluntad y más aún, lleva en sí la autoridad única del Creador. Todas las palabras que Él dice, nunca pueden ser enunciadas por el hombre. En los días postreros, Dios juzgará a cada hombre por sus hechos y dará fin a esta era maligna por medio de las palabras de Su carácter justo. Si solo estamos dispuestos a aceptar las palabras tiernas llenas de amor y de misericordia que están de acuerdo con nuestras creencias, probablemente perderemos la oportunidad de recibir el regreso del Señor.
3. La palabra expresada por Dios puede revelar los misterios de la obra de gestión de Dios
Jesucristo dijo: “[...] así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del hombre sus ángeles, y cogerán de su reino todos los escándalos, y los que hacen iniquidad, Y los echarán en el horno de fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre: el que tiene oídos para oir, oiga” (Mateo 13:40–43). “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21). Sus palabras nos dijeron que Dios enviaría delante a Sus ángeles para separar lo bueno de lo malo, clasificando a todos los hombres por su tipo, y que solo aquellos que cumplan con la voluntad de Dios podrán entrar en el reino de los cielos. Estas palabras expresadas por Dios son los misterios del cielo y son también el resultado último a alcanzar cuando Dios salve y dirija al hombre. La razón por la cual Jesucristo pudo revelar estos misterios es porque Él es Dios mismo, Él es el Señor del reino de los cielos. Solo Dios sabe qué clase de personas puede entrar en el reino de los cielos, es decir que las palabras de Dios pueden revelar los misterios de Su obra de gestión. Y esta es otra característica para distinguir la voz de Dios. También, Jesucristo dijo: “Aun tengo muchas cosas que deciros, mas ahora no las podéis llevar. Pero cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él os guiará á toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que han de venir” (Juan 16:12–13). Por lo tanto, la verdad que el Señor va a expresar cuando regrese no se limitará a lo que recibimos antes, ya que Dios expresará toda la verdad que el hombre necesita, para suplir a aquellos que tienen hambre y sed de Él y para anunciar la obra completa de salvación del hombre que todos conocemos. Las vírgenes prudentes seguramente pueden por cierto tomar este punto como la principal característica para reconocer la voz de Dios.
4. La palabra de Dios puede revelar la corrupción del hombre, lo que está en su mente y en sus pensamientos.
Por ejemplo, Jesucristo dijo: “[...] que lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, Los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Marcos 7:20–23). Jesucristo revela la mente del hombre, sus pensamientos y su naturaleza para que podamos reconocer el pecado en nuestros corazones. Aunque los hombres fuimos creados por Dios, no conocemos de nuestras corrupciones porque hemos sido corrompido por Satanás; pero Dios tiene un conocimiento pleno de nosotros. Solo Dios puede revelar la raíz de nuestras corrupciones y la substancia de nuestra naturaleza, y esto es algo que nadie puede alcanzar. Así como los fariseos en su época, a los ojos de los judíos ellos eran los que servían a Dios de forma piadosa. Pero Jesucristo podía ver a través de sus corazones que odiaban la verdad y amaban la maldad, y se los reveló diciendo: “¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque sois semejantes á sepulcros blanqueados, que de fuera, á la verdad, se muestran hermosos, mas de dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suciedad” (Mateo 23:27). La verdad es la luz. Toda oscuridad y maldad serán reveladas en la luz. Yo ví un pasaje de la palabra de Dios que dice: “Así como la luna siempre sigue al sol, la obra de Dios nunca cesa, y se lleva a cabo en ti, en mí, en él y en todos los que siguen las pisadas de Dios y aceptan el juicio y el castigo de Dios”. En los días postreros, Dios expresa la verdad para juzgar todas nuestras injusticias, y esto seguramente expondrá a la luz nuestra disposición satánica a la corrupción, desconocida para nosotros. Si no poseemos un corazon que tema a Dios o un corazón que acepte la verdad como el de las vírgenes prudentes, será dificil para nosotros recibir la salvación de Dios en los días postreros.
La voz de Dios es la expresión que Él habla a la humanidad, y la expresión del carácter y el ser de Dios. La palabra de Dios tiene autoridad y poder, y no puede ser expresada por ninguna persona corrupta. La palabra de Dios es la verdad, el camino y es la manera en que directamente sostiene la vida del hombre; la palabra de Dios puede terminar con la era antigua y abrir una nueva era, y es aún mejor para revelar los misterios de Su obra de gestión; la palabra de Dios puede revelar la corrupción del hombre y salvarlo para que pueda librarse del mal. Todas estas son las características únicas de Su palabra. Si dominamos estos principios para distinguir la voz de Dios, cuando escuchemos la voz de Dios no será difícil conocer a Dios.
Hermana Muzhen, espero que la hermandad pueda ser de ayuda para usted. Que seamos todos vírgenes prudentes y busquemos con nuestro corazón y escuchemos la voz del Señor para poder recibir la venida del Señor pronto y celebrar con Él. Damos gracias a Dios por traernos tanta iluminación y la verdad. ¡Toda la gloria sea para el Señor!
si’en
(Traducido del original en inglés al español por Lidia Norese)
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