Reflexión Cristiana | Nuestros pecados han sido perdonados por la fe, ¿por qué aún no podemos salir de la esclavitud del pecado?
“Oh Señor, estoy angustiado de vivir en el pecado, quiero dejar de cometerlo, pero realmente no puedo controlarme, ni sé cómo deshacerme de él. Me temo que si sigo así seré abandonado por ti. Señor, te ruego que me salva”. ¿También oras con frecuencia de esta manera al Señor? ¿Quieres saber por qué por mucho que oremos y confesemos ante el Señor, no podemos librarnos de la esclavitud y el control del pecado?
Dios Todopoderoso dice: “Por todo lo que el hombre pueda haber sido redimido y perdonado de sus pecados, sólo puede considerarse que Dios no recuerda sus transgresiones y no lo trata de acuerdo con estas. Sin embargo, cuando el hombre, que vive en un cuerpo de carne, no ha sido liberado del pecado, sólo puede continuar pecando, revelando, interminablemente, su carácter satánico corrupto. Esta es la vida que el hombre lleva, un ciclo sin fin de pecado y perdón. La mayor parte de la humanidad peca durante el día y se confiesa por la noche. Así, aunque la ofrenda por el pecado siempre sea efectiva para el hombre, no podrá salvarlo del pecado. Sólo se ha completado la mitad de la obra de salvación, porque el hombre sigue teniendo un carácter corrupto. […] No resulta fácil para el hombre ser consciente de sus pecados; no tiene forma de reconocer su propia naturaleza profundamente arraigada, y debe depender del juicio por la palabra para lograr este resultado. Sólo así puede el hombre ser transformado gradualmente a partir de ese momento”.
Podemos ver por las palabras de Dios que aunque hemos sido perdonados de nuestros pecados por la redención del Señor Jesús, y que aunque el Señor ya no nos ve como pecadores a causa de que confesamos y nos arrepentimos delante de Él tras pecar, la naturaleza pecaminosa todavía existe dentro de nosotros, y todavía podemos cometer pecados constantemente, y los caracteres corruptos como la arrogancia, el engaño y la severidad, etc. se ven con frecuencia en nosotros, los cuales son más intratables que nuestros pecados, que pueden hacer que nos resistamos a Dios directamente. Si no los resolvemos, seguiremos pecando después de haber confesado, nunca podremos escapar de la atadura y el control del pecado, ni seremos elegibles para entrar en el reino de los cielos.
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